domingo, 6 de enero de 2013

Mareado

  Mareado.

  Así es como te sientes cuando corres como no has corrido en mucho tiempo. Una avalancha amarga de recuerdos helados se abre paso dentro de tu pecho a una velocidad vertiginosa, robándole el aliento a tus pulmones. Pero la falta de aire no funciona para luchar contra ella, el golpe es instantáneo y superpoderoso. Tus ojos aterrizan en esa persona, inmediatamente tu corazón se detiene, tus rodillas se debilitan y entras en pánico. Te fuerzas a seguir caminando, y antes de que alguno de los dos diga "hola", ya tienes una cantidad infinita de cosas que secretamente quieres decir, y una lista de igual longitud de cosas que quisieras preguntarle.

  El sentimiento que los dos compartieron alguna vez fue absolutamente hermoso, por lo tanto, organizar cualquier encuentro imprevisto más tarde sería dos veces más complicado. Pero como todos siempre te dicen, la vida tiene una forma de operar, Dios trabaja de una manera misteriosa, y a veces las cosas cambian sin previo aviso, de repente. Incluso después de que todo está dicho y hecho, resulta difícil imaginarse cómo habrían continuado las cosas con un "siempre" o un "nunca" en lo que parecía un único latido dramático.

  Meses y meses después, corres hacia esta particular persona de manera inesperada, y te golpeas contra la realización como si fuera un muro de ladrillos. El dolor está ahí. Es casi tan doloroso como la noche en que dijiste adiós. Suficiente tiempo ha pasado para que creas que has empezado a sanar, y por supuesto, probablemente lo estés haciendo, pero de repente ves otra vez a esa persona y todo ese malestar conocido hace regresar al dolor. Finalmente empezabas a recomponerte de lo que sucedió, la relación se marchitó y terminó de manera dramática, pero cada vez que ves los ojos de esa persona con la que compartiste tantos sueños, tu estómago se retuerce y tu boca se llena de un sabor amargo. A penas puedes respirar. La mitad de las cosas por las que sufres han pasado una sola vez, las otras cosas que quieres olvidar ni siquiera han pasado. Sin importar tu papel en el fin de la relación, te dejó destruido, y volver a hablar de eso probablemente vertería otra gran dosis de angustia en tu corazón.

  Así que ahí estás, parado frente a ella, sin saber qué decir para salir de una aburrida y pequeña charla típica. Una miríada de emociones se arremolina en las cabezas de ambos, pero ahora ellos sólo son antiguos amantes muy confundidos. Tal vez deberías abrazarla, o mostrarle un gesto de "jamás debería haberte visto de nuevo", pero la familiar fragancia de su perfume imposibilita la concentración para intervenir, y la conversación terminará inevitablemente en muy poco tiempo. No puedes dejar de pensar "las cosas jamás serán como solían ser", y eso te provoca un gran dolor. Ambos saben que están mintiendo, ambos saben dónde se encuentra su corazón y su fortaleza... Esas son las cosas que más importan, pero este encuentro imprevisto es demasiado doloroso y es imposible negarlo. Ninguno podrá dormir en la noche.

  Para curarte de esto, sólo puedes salir a dar una vuelta en auto durante toda la noche, escuchando The Swiss Army Romance tantas veces como puedas.


  Estoy siendo honesto. La semana pasada di demasiadas vueltas. Pensé tanto en alguien que era algo insalubre.

  Tengo la esperanza de poder dormir esta noche si envío este simple mensaje al aire:

  Chica, aún me importas. Pienso en ti todo el tiempo. Rezo por ti constantemente. Muero por saber si estás bien. Te deseo la mejor vida, porque aunque tal vez no la encuentres, la mereces. La mereces demasiado... Sólo quiero que sepas cuánto te extraño...

  Adam.
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  Publicado, hace mucho tiempo, por Adam Young, en su blog oficial...

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