jueves, 7 de marzo de 2013

Comezón

  El comezón de la autoestima anhela la rascadura de la aprobación. Es decir, si hemos conseguido el placer de sentirnos autosuficientes, no vamos a estar satisfechos hasta que los demás vean y aplaudan esa autosuficiencia nuestra.

  Esto es irónico. La autosucifiencia debería liberar a la persona orgullosa de la necesidad de ser mucho para los demás. Eso es la suficiencia. Pero evidentemente hay un hueco en lo que se denomina autosuficiencia.

  Nadie fue diseñado para satisfacerse a sí mismo o para depender de sí. Eso nunca sería suficiente. Somos nada más que la imagen de Dios, no somos Dios en sí mismo. Somos como la sombra y el eco. Por lo tanto, siempre habrá un vacío en el alma del que se esfuerza por sentirse satisfecho a través de sí mismo.

  Este vacío reclama el reconocimiento de otros, señal de que se falla con el orgullo de que hay ausencia de fe en la gracia de Dios. Jesús vio los terribles efectos de este comezón en la gloria del humano, y los nombró en Juan 5:44. "¿Cómo pueden creer que es posible recibir la gloria de cualquier otra persona y no ver la que se recibe únicamente de Dios?". La respuesta es: no pueden. Desear la gloria desde otras personas imposibilita la fe. ¿Por qué?

  Porque la fe es estar satisfecho con todo lo que te dio Dios en Jesús. Y si estás decidido a calmar tu comezón de gloria con la rascadura de otros, te alejarás de Jesús.

  Pero si decides cambiar la fuente de tu satisfacción (arrepintiéndote), y vienes a Jesús para disfrutar de todo lo que Dios nos da en su fe, entonces este comezón será reemplazado por la humedad del agua de la fuente que va hacia la vida eterna (Juan 4:14).

-John Piper.
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  Publicado por Adam Young en su blog oficial, el día de ayer (6 Marzo 2013).

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