martes, 23 de agosto de 2011

Yo Te Seguiré


Hacía frío afuera, pero no ese tipo de frío que aumenta hasta que estás tan helado que olvidas quién eres o por dónde estás caminando. El clima estaba como para un buzo; el truco estaba en mantenerse en movimiento y en lo que a mí respecta, mientras haya habido vereda, yo podría haber caminado por siempre. Teniendo la oportunidad, probablemente lo habría hecho, pero tenía que tomar un vuelo a las 6AM de la mañana siguiente y la noche no parecía suficientemente larga.

La vi sentada en la orilla de un banco de la vereda, bajo un farol, y dimos un paseo a la distancia.

Melbourne todavía era un lugar nuevo para mí, tan repleto de complejidades y maravillas que mis ojos bien abiertos, indudablemente, me etiquetaban como TURISTA para los transeúntes observantes. Pero no me importaba; la tímida sonrisa en mi rostro me delataba. Una firme corriente de vida nocturna de ciudad nos llevó a través de pistas congestionadas de tránsito antes de lanzarnos a una tortuosa ribera con asientos de primera fila para el horizonte.

Era deslumbrante, una de esas raras ocasiones de la vida en que quisieras poder embotellar un momento para revivir tal maravilla más tarde. El río Yarra jalaba perezosamente río abajo lujosos barcos comedores rodeados de luces centelleantes, mientras risas silenciosas y tintineos de cristales se soltaban desde algún lugar de la cubierta. Nos sentamos junto al agua y bebimos por la noche. Las gaviotas poco valientes eligieron pasar su tiempo en la acera, observando nuestro helado, revoloteando por sobre la comida, hurtando basura o lo que sea que hacían. Todo frente a mis ojos apareció un 20% más claro, la noche era profunda, el mundo se veía más brillante que hace unas pocas horas, el aburrido ambiente de la ciudad tarareaba limpia y puramente en mis oídos y tuve que recordarme a mí mismo que respirara, porque todo esto me dejaba sin aliento. Hay momentos en la vida en que te encuentras a ti mismo deseando estar en algún otro lugar (sea cual sea la razón, buena o mala), pero esta noche, no hay ningún otro lugar mejor para estar en el planeta. Fue perfecto. Entonces continuamos caminando.

Había altos pilares de piedra alineados al costado del río y lanzaban grandes plumas de fuego al cielo. A más de treinta pies de distancia, yo podía sentir las calientes llamas en mi rostro, y se sentía bien con el fresco aire de la noche. Yo era un chico de Minnesota y ella una chica de Australia, pero ambos sentimos con nuestros dedos cómo quemaba el frío, así que nos movimos y seguimos caminando. Encontramos los adornos de la fuente del hotel gloriosos. ¿Cómo lograron que el agua saltara por todo el cuarto, de un lugar a otro, en perfectos senderos verdes y azules? Exploramos una avenida arbolada bañada con un suave color lavanda, una red de caminos bajo el fuerte aroma a flores — todo parecía brillar y centellar en la tenue luz, todo era tan cautivante.

Me gustaba la forma en que ambos conocíamos las mismas palabras, pero las decíamos de una manera distinta. Hay algo muy musical en el acento australiano, siempre lo he pensado.

Lentamente nos dirigimos al otro lado del puente, regresamos a través de la ciudad por la que habíamos venido y, de repente, ya estábamos donde habíamos empezado, despidiéndonos tímidamente, aunque se sentía como si acabáramos de decirnos “Hola”. Y entonces, simplemente así, ella se fue.

Cuando regresaba a mi habitación por el ascensor, recordé que debía respirar, y dije: “Wow… nunca olvidaré esta noche”.
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Esta es la última publicación del Blog Oficial de Owl City, la del 22 de agosto de este año (2011). Espero que les haya gustado... a mí sí...

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