Vivo solo en una gran casa en una amistosa calle de un pequeño pueblo. Es tranquilo y pintoresco. A veces me paso de las 2AM e intento no pensar en las cosas.
Quizás tú puedas relatar lo que estoy a punto de describir porque es la clase de sentimiento que puedes sentir yendo velozmente hacia ti antes de que impacte contra tu regalada disposición como un martillo a una campana. Usualmente hay un momento muerto antes de la explosión, una calma antes de la tormenta, una aspiración profunda antes de zambullirse; y entonces el doloroso recuerdo está sobre ti como la blancura sobre el arroz. Algo que puedes ver o leer, algo que alguien diga, algún pensamiento al azar desencadenando a otro pensamiento y ser completamente ensuciado por las bolas de nieve… realmente no importa qué causa esto… sólo te recuerda a ÉL o a ELLA, así como una repentina punzada de recuerdos románticos en un agudo cuchillo que ingresa en tu columna vertebral, una dolorosa antítesis de viejos escalofríos sentimentales que es utilizada para derribar la dicha columna vertebral.
Es gracioso cómo el insomnio tiene su manera de transportar recuerdos descoloridos desde la bodega de la mente, desenterrando pedacitos de nostalgia enterrados muy adentro y expandiendo lo quebrado. Ásperas piezas en frente de ti como una exhibición de basura en una venta de garage. Esto te hace sentir mal y culpable cuando no hiciste nada para encender la gris quemazón en tus venas ni la timo en tus ojos. Algunas noches, el doloroso pasado empuja inesperadamente hacia arriba a través de los entarimados, como feas pesadillas, y al hacerlo, cultiva y nutre una nueva especie totalmente nueva de cefalea.
Algunas veces me preguntan porqué la música que creo tiende a sonar como lo hace — ¿Por qué el sabor optimista? ¿Es porque eres una persona extremadamente feliz? ¿Nunca tienes días malos? Es una pregunta inocente y disfruto contestarla porque la música siempre ha sido mi manera de “tratar con la vida” como medio de escape. En lugar de crear arte que refleje los inevitables días oscuros de los que estoy plagado, como el resto del mundo, prefiero sacar los sueños que me llevan por lugares lejanos donde uno puede ir a donde sea, hacer lo que sea, ser quien quiera, de una forma en que sólo la mente lo permite. Y en lugar de expresar cualquier angustia o malestar propio con canciones profanas repletas de palabras malas, alegorías crudas o vulgaridades sexuales, prefiero pasar el tiempo imaginando qué tan inmensamente HERMOSA es la vida y su perfecto potencial de ser. Por supuesto, cada artista es su dueño, pero de alguna manera “mostrar la realidad, la dura y rasposa realidad” lleva a enfermarse, sea cual sea el medio artístico. No puedo ver una película Clasificación R sin sentirme violado y totalmente repugnante.
Independientemente de las circunstancias, intentado usurpar la emergente enemistad entre uno mismo y el pasado, es como si intentara luchar contra un ejército infinito de vampiros con las escaleras del ático a mi espalda, y armado solamente con un periódico enrollado. Poco se puede hacer para evitar esos repentinos “ataques”, si puedes llamarlos así. ¿Y qué se supone que debes hacer exactamente cuando eso ocurre? ¿Dejarte desalentar y atormentar hasta que pierdan su potencia y te sientas en una inevitable y lenta muerte? ¿Dar batalla a la embestida lo suficiente para cerrar de golpe la puerta del ático y trancarla con el candado más grande que puedas encontrar? ¿Y luego qué? ¿Cómo logras deshacerte de la llave? ¿Te ocultas en el fondo del cajón que nunca usas? ¿La entierras en el jardín debajo de las lilas? Es sólo una cuestión de tiempo hasta que ellos derriben la puerta del ático, así que tu medio será correr… o esperar por ellos.
Los recuerdos son cosas difíciles de ignorar concientemente, especialmente los tristes. Son difíciles de pronosticar, y una vez que el aguacero comienza, es imposible mantenerse seco. Furiosas nubes atascadas juntas en el nublado como maderas flotando río abajo, encabezadas por redes rápidas, aliviaderos, cascadas y finalmente el serrucho.
Esta es una forma deprimente de finalizar una entrada de un blog, especialmente para alguien que dije que prefiere suprimir la basura depresiva. Los días nublados son terriblemente inevitables y por lo tanto, mantengo una línea de texto estampada al frente de mi mente para recordarme a mí mismo porqué me esfuerzo continuamente para contemplar el paso de las nubes de tormentas y para entrar en un mundo más allá de la realidad.
“Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.
Filipenses 3:8-9
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Esto se publicó el 31 de mayo de 2011 en el blog oficial de Owl City.