Han pasado seis meses y medio desde que me embarqué en un viaje que me llevó a través de cuatro continentes, 29 países y, literalmente, alrededor del globo entero. 96 presentaciones más tarde, el All Things Bright And Beautiful Tour, el capítulo más reciente de la historia de Owl City, ha llegado a su fin.
Y ahora estoy sentado solo en la sala de estar, exactamente como la gira me dejó: como un veterano de guerra. El autobús se ha ido, el equipo está en la bodega, no tengo que preguntarle a mi manager dónde está la sala verde o cuánto falta para la prueba de sonido, o si tengo que tomarme una ducha. No tengo que vivir más con una maleta fuera.Por el momento, no estoy seguro de qué hacer conmigo mismo. Siempre hay un puñado de días de transición que siguen luego de un gran viaje, y cuando los relojes marcan más de medio año, se produce un gran cambio de engranajes.
Es el fin de una era.
Pero pronto me encuentro sentado a la mesa de un ruidoso restaurante, con amigos y familiares que me preguntan cómo me fue en el tour, qué hice, qué vi, cómo me sentí y si me había gustado. Veo la impaciencia/expectativa esparcida por sus rostros, y es entonces cuando me siento un poco decepcionante, porque la vida de un turista rara vez es tan glamourosa como parece, y esto quiere decir que la vida en un tour no es una historia de cinco estrellas para contar. Por eso, usualmente suspiro, sonrío, pido otra limonada y digo: "Oh, me pasé un montón de tiempo conduciendo y esperando en los aeropuertos."
La vida en un tour no es ese tipo de cosas de la que uno pueda hablar, se tiene que estar allí. Es difícil describirla y pocas personas la entienden, y muchas menos poseen la paciencia o determinación para entenderla. Yo aprendí esta dura lección.
Creo que lo que más extraño cuando regreso a casa luego de un largo viaje son los relajantes momentos de calma y el ruido de los neumáticos sobre el asfalto justo debajo de mí. Extraño el zumbido del generador y la forma en que el motor toce mientras me lleva cientos y cientos de kilómetros a través de la noche. Tendré que encontrar la manera de poder dormir otra vez en un dormitorio.
Extraño las bromas frívolas y las voces familiares en la sala verde o en mis oídos. Extraño cómo los cuartos detrás de escena se estremecen y tiemblan, y las cosas se traquetean y mueven. Extraño no saber dónde estamos o a dónde será nuestra próxima presentación; amo conducir porque muchas veces la vida no se trata del destino, sino del viaje. Extraño los nuevos rostros y la energía de los espectadores. Extraño los destellos y el brillo, el ruido de los teloneros y los aplausos luego de cada canción. Extraño las mariposas, el malestar estomacal antes de la presentación. Extraño el compañerismo, el apoyo mutuo, las bromas, las charlas. Extraño saber que tengo un trabajo que cumplir y que tengo que tomarlo seriamente, viendo tal trabajo como algo que te has ganado en lugar de como algo que debes hacer.
La vida en la carretera es un remolino, una montaña rusa salvaje con todo tipo de giros, túneles y caídas inesperadas, pero es mágica, una experiencia extraordinaria, no la cambiaría por ninguna otra cosa.
Amor y gracias sin fin para mi increíble banda y equipo por los memorables seis meses pasados, los cuales apreciaré mucho por siempre. Yo no estaría en ninguna parte sin ellos.
Y mi reconocimiento y apreciación infinita para cada persona que compró una entrada, vino al show, combatió contra el tráfico para llegar, me escuchó cantar durante 95 minutos, aplaudió antes de los bises, compró un disco, me entregó una carta, trajo galletas para el equipo, esperó fuera del autobús, pidió fotografías, y otros millones de actos de agradecimiento que lograron que mi corazón se derrita.
La gratitud en silencio no sirve de nada, así que gracias desde el fondo de mi corazón.
Si me hubiesen dicho hace dos años: "Adam, puedes dejar tu deslucido trabajo, puedes dejar de ir a la escuela a cambio de nada y focalizar el 100% de tu tiempo y energía en lo que más te apasiona en la vida. Puedes dejarlo todo y empezar a escribir canciones, grabar álbumes, hacer performances en vivo, hacer amigos, y dedicarte a la ÚNICA cosa en este mundo en que eres bueno...", jamás les habría creído, pero ahora estoy aquí, y no merezco tanta gracia como la que me han dado.
Así que por darle a un tímido chico la oportunidad de alcanzar un sueño que jamás habría creído alcanzable, les doy las gracias. Gracias con cada fibra de mi ser.
Gloria a Dios.
Se siente bien estar en casa.
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Esta es la última publicación del blog oficial de Owl City, realizada el 21 de este mes (noviembre 2011).
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