Lanzo una lámpara sobre el hielo. De repente se transforma en un cristal claro y no hay otra manera de decir que los 10MG que sugerimos son ahora los más valiosos millones de diamantes que hay en tus ojos, porque te hacen ver cosas que no están ahí, pero mientras más miras, más cuenta te das de que sí ESTÁN ahí. Hay polvo en tus ojos. Las personas muy flacas escalan los estantes en la despensa, mano a mano por una cuerda colgante que llega hasta la baldosa, la cual nunca he podido mantener limpia. Pero eso ni siquiera es cierto, así que lo olvidamos y nos quedamos viéndonos uno al otro con los ojos bien grandes, y nos preguntamos qué sucederá a continuación. Luego conducimos y conducimos hasta Florencia, y había sopa de almeja en algún lugar del camino de regreso. Ella era demasiado bonita. Yo estaba algo mareado, pero en realidad era la primera vez que pude concentrarme en nada. Más tarde, mi mano se deslizó por la suya, y no sé cómo decirlo, pero creo que le gustó, y me lo hizo saber (porque incluso los fantasmas se cansan de vivir como fantasmas, seré honesto con ustedes). Esos ojos y la manera en que mira con ellos logra que quieras hacer cosas que ni sabes hacer, como crear un hoyo en la Vía Láctea y enhebrar allí una aguja para armar un paracaídas. Luego nuestros rostros se acercaron más de lo que yo había pensado que probablemente se acercarían, porque su madre podía andar cerca. Pero recordé que no había madres en la zona industrial del pueblo cuando vi a unos niños jugar con un paracaídas en un estacionamiento. Por alguna razón mi mano encontró las suyas, y no sé cómo sucedió, abrupta y naturalmente a la vez, sentí que debía pedir perdón, o al menos ponerme de rodillas y disculparme como un caballero. No había ningún ruido, pero súbitamente hubo dos rugidos desde lados opuestos del parque, y no supe qué hacer. Caminamos lentamente hasta el auto, y el resto es borroso, pero sumamente hermoso. Se trataba de un anillo de vidrio alrededor del perímetro de la avenida y capturaba toda la luz. Entonces pensé en islas, en el Endurance, y en el viaje que tengo planeado, que es casi como un libro con 10 páginas rasgadas. Me gusta ese pensamiento porque me mantiene en suspenso; no quiero saber el final.
Pero los insectos bajo el mostrador intentan morderme con sus largas y afiladas púas que cortan como navajas de afeitar y me mantienen distraído.
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Esto fue publicado ayer (17 Septiembre 2012) en el blog oficial de Adam Young.
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