sábado, 24 de septiembre de 2011

Los Tiburones Se Mantienen En Movimiento

A veces imagino que estoy entrando a un ascensor y que conozco a alguien durante el viaje a la recepción, alguien que cumplirá un papel en mi vida. Es como si el encuentro estuviese a segundos de querer existir en un momento dado, y yo comenzara una cuenta regresiva; podría apoyarme sobre el empapelado y dejar que las puertas del ascensor se abran y se cierren mientras miro a la segunda mano llegar para mi cita con el destino. En una mano tendría todas las municiones vernáculas que jamás necesitaría disparar, pero de alguna manera me convenzo de que aquel encuentro sagrado que está sucediendo podría ser "teóricamente ideal", así que prepararía mi voz para hablar con un acento áspero que lastimaría mis oídos. Esto definitivamente no se trata de destino, porque Darth Vader NO ES MI VERDADERO PAPÁ!!!!!!!!!! La desolación de tal habitual olvido/distracción me pone nervioso, pero también es lo que me mantiene recordando dónde estoy y qué se supone que estoy haciendo.
Así que, de alguna forma, las reflexiones como estas tienen algún propósito. O al menos desafíos que pueden beneficiarme.


Imagino que en veinte años me sentiré como si hubiese perdido algo desde lo profundo de mi corazón cuando mire hacia atrás en el escenario central. Aún si aflojo mi agarre lo suficiente para conseguir un momento introspectivo en el balcón, creo que me encontraré a mí mismo pensando: "Desearía haber sido más enérgico en lugar de haberme quedado de brazos cruzados viendo pasar la vida frente a mí". Quizá es sólo la apatía, pero mi cerebro tiende a albergar una arraigada necesidad de recordarme que ese afortunado encuentro puede suceder en cualquier momento (y por supuesto que puede hacerlo), pero lo más importante, que debo estar listo.


Es muy molesto, pero estoy contento de que no funcione así. Lo único confirmado es que no hay NADA que pueda PREDECIRSE, o en todo caso, no es mi trabajo preocuparme por eso.




Llaman comúnmente a las casas de la gente reticente, pero al final del día, todo es humo y reflejos. Mi mente es una casa parada sobre un fondo de árboles que no pueden protegerla de los latigazos de viento que doblan casi románticamente a las líneas rectas de las facultades intelectuales; y la rígida columna vertebral muestra signos de torceduras.


Pero eso no me preocupa.


Más que eso, me siento profundamente reconfortado al saber que no hay una cantidad de distracción soñadora que pueda transformar "el plan" en algo que deba practicar o ensayar, incluso aunque lo quisiera. Esto no será planeado ni premeditado, será improvisado y sin restricciones; esa idea se vuelve más hermosa mientras más la pienso (o quizá si intento no pensarla).


Más allá de esto, consigo mi gran alegría y confort al saber que mi Salvador tiene todo diseñado y planeado hasta el más mínimo detalle, y no debo lloriquear ni preocuparme por su diseño. Está creado a partir de los principios de la moral, la servidumbre, el discipulado, el carácter y, finalmente, la confianza.


Porque... ¿Qué es la fe sin confianza?
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Publicado hoy (24/09/2011) en el blog oficial de Owl City.

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