martes, 25 de octubre de 2011

¿Por Qué Debemos Caer?

Una de mis historias favoritas  en todo el mundo es un capítulo corto de la increíble novela de 1923 del autor austriaco Felix Salten, 'Bambi, a Life in the Woods' [Bambi, una vida en los bosques]. La historia gira en torno a un ciervo que en realidad es bastante más oscuro y melancólico que el de la película de Disney, pero si te inspira la literatura antropomórfica, te lo recomiendo. La historia es pura, moral, genuina y virtuosa (todas cosas que raramente encuentro en las novelas modernas de hoy en día).

Todos los años, durante la época del otoño en que las hojas comienzan a caer, saco a Bambi de mi biblioteca por un capítulo, Winter [Invierno]. Es conmovedor y hermoso, me entristezco y sonrío al mismo tiempo porque las benévolas palabras de Salter me recuerdan que la vida es frágil y que hasta los momentos más diminutos deben ser valorados. Me gusta la forma subjetiva y despejada en que me siento cuando leo ese capítulo. No puedo esperar a leérselo a mi hijo o a mi hija cuando él/ella pregunte acerca de la muerte (y estoy aún más emocionado por explicarle que la muerte no es el fin para los seguidores de Cristo), pero esa es otra historia.

El capítulo adaptado en una dramatización de radio, grabada en los 50' por Ted Strasser:
Las hojas caían desde el gran roble al costado de la pradera. Caían desde todos los árboles. Una rama del roble alcanzó a sobresalir del resto y se extendía a lo largo de la pradera. Dos hojas se aferraban a su punta.

"Esta no es la manera de ser a la que estoy acostumbrada", dijo una hoja a la otra.

"No," respondió la otra hoja "Muchas de nosotras han caído la noche pasada, debemos ser las únicas en esta rama."

"Nunca sabes quién será la siguiente", dijo la primer hoja. "Incluso cuando está cálido y el Sol brilla, podría venir una tormenta o una lluvia y llevarse muchas hojas, aunque sean todavía jóvenes. Nunca sabes quién será la siguiente."

"Eso Sol casi nunca brilla ahora", suspiró la segunda hoja, "y cuando lo hace, no nos da calor. Necesitamos tener calor de nuevo."

"¿Esto puede ser cierto?", dijo la primer hoja, "¿Es cierto que otros vienen a ocupar nuestro lugar cuando nos vamos, y después de ellos otros, y otros más, y otros?"


"Sí es cierto", susurró la segunda hoja. "No podemos ni siquiera empezar a imaginarlo, está más allá de nuestras capacidades."

"Esto me pone muy triste", agregó la primer hoja.

Se mantuvieron en silencio unos momentos.


Luego, la primer hoja se dijo silenciosamente a sí misma "¿Por qué debemos caer?"

La segunda hoja preguntó "¿Qué sucede con nosotras una vez que caemos?"

"Nos hundimos hacia abajo."

"¿Qué hay debajo de nosotras?"

La primer hoja respondió, "No lo sé. Algunos dicen una cosa, otros otra, pero nadie lo sabe."

La segunda hoja preguntó, "¿No sentimos nada? ¿No sabemos nada acerca de nosotras mismas cuando estamos allí abajo?"

La primer hoja respondió, "¿Quién sabe? Ninguna de las que han caído han regresado para decírnoslo."

Se quedaron en silencio otra vez. Entonces, la primer hoja le dijo tiernamente a la segunda, "No te preocupes tanto por eso, ¡estás temblando!"

"No es nada", respondió la segunda hoja, "Yo tiempo por cualquier cosa. No me siento tan aferrada a la rama como lo hacía antes."

"No hablemos más de esto", dijo la primer hoja.

La otra contestó, "Sí, ¿pero entonces de qué vamos a hablar?". Ella quedó en silencio, pero luego de un momento, "¿Cuál de nosotras será... la primera en irse?"

"No hay tiempo para preocuparse por eso", le aseguró la otra hoja. "Recordemos lo hermoso que era, lo maravilloso que se sentía cuando el Sol salía y brillaba cálidamente. ¿Lo recuerdas? ¿Y recuerdas el rocío de la mañana y las espléndidas noches tranquilas?"

"Ahora las noches son espantosas", se quejó la segunda hoja, "y jamás terminan."

"No deberíamos quejarnos", dijo amablemente la primer hoja. "Hemos sobrevivido a mucho."

"¿He cambiado mucho?", preguntó la segunda hoja con timidez, pero con determinación.

"Para nada", le aseguró la primer hoja. "Lo piensas solamente porque yo estoy amarilla y fea, pero no es tu caso."

"Me estás mintiendo", dijo la segunda hoja.

"¡Claro que no!", exclamó enérgicamente la primer hoja, "Créeme, eres tan encantadora como el día en que naciste. "Tienes alguna pequeña mancha amarilla aquí y allá, pero casi no son perceptibles y sólo te hacen más atractiva. Créeme."

"Gracias", susurró conmovida la segunda hoja, "No te creo, no del todo, pero te agradezco por ser tan amable. Siempre has sido muy amable conmigo. Recién empiezo a entender lo buena que eres."

"Ya no sigas", dijo la otra hoja y se quedó callada, porque se apenaba mucho al hablar.

Ambas se quedaron en silencio. Las horas pasaron.

Un viento frío y hostil sopló a través de las copas de los árboles.

"Oh, ahora...", dijo la segunda hoja, "Yo..."

Y entonces su voz se quebró. Fue desprendida de su lugar y giró hacia abajo.

El Invierno había llegado.

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Esta es la publicación del Blog Oficial de Owl City correspondiente al día de ayer (24 de Octubre de 2011).
¡Espero que les haya gustado!
Creo que es una historia súper simple y cotidiana, pero está adaptada muy tiernamente... El final es obvio desde el principio, pero igualmente no pude evitar sentirme algo triste al terminar de leer.

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